martes, 1 de diciembre de 2020

Aquelarre Laico, o Noche de Mi-Carême.




Pedro Lezcano Jaén. noviembre y diciembre de 2019. Mixturado técnico sobre maderas, 48x44x15 cms.

"Su llegada fue anunciada oficialmente el 29 de marzo, y como era Mi-carême, además hacía un día soleado y claro, los parisinos inundaban los bulevares con más alegría que de costumbre; se vieron máscaras burlándose del miedo al cólera y a la propia enfermedad en una caricatura deforme y descolorida. Aquella noche los bailes estaban abarrotados, las risas y la gente ahogaban la música más alta. Durante el baile del Chahut aumentó el calor, se engulleron todo tipo de helados y bebidas. De súbito, el más alegre de los arlequines sintió un escalofrío en sus piernas, se quitó la máscara y, para regocijo de los asistentes, reveló su rostro amoratado. Pronto se vio que no era broma; las risas se apagaron, se enviaron coches directamente del baile al Hôtel-Dieu, el Hospital Central, donde morían vestidos con sus trajes de carnaval. Se decía que los muertos habían sido enterrados tan rápido que ni siquiera había dado tiempo a quitarles sus disfraces de rombos; tan alegres como cuando estaban vivos, así yacen ahora en sus tumbas." 

Heinrich Heine, (1797-1856). Ich rede von der cholera: ein bericht aus Paris von 1832.





Pedro Lezcano Jaén. Desde La Noche de Mi-Carême. Grafito y otras cosas sobre grueso papel de 30x42 cms.















 

miércoles, 19 de agosto de 2020

Diario Plástico de una Pandemia.



Durante las primeras semanas de la pandemia y el encierro confitado aquel, me propusieron, desde el epicentro de la tormenta, la elaboración de una pintura que reflejara el espectáculo humano que nos disponíamos a vivir. No es ni será ese mi oficio; entretenido siempre como estoy en el limbo del tiempo -o eso quiero creer, iluso de mí-. 

Decidí entonces arrimarme a los creadores gráficos: transformé la gran tabla en una libreta de páginas desplegadas -150x200 cms. (x25, 30x40 cms.)- y empecé a rellenarlas como si de un diario de batallas se tratara. 



 

Reflejar el drama sin pasarme de dramático, satirizar sin excederme en la sátira, ilustrar sin caer en lo obvio, encriptar con metáforas descifrables... Cada celda busca su propia voz, mientras dialoga y se complica con las vecinas. A la vez, el conjunto debería funcionar como lo que es, una pintura: una simple y llana superficie bidimensional surcada de colores, de líneas y de formas.


Ahora, ya metidos en el último mes del verano del año de nuestra pandemia, toca "disfrutar", como cochinos embarrados, de la segunda parte de la pesadilla: el virus mata menos y, aunque saldremos pronto de ésta, aún nos dará el drama para otro gran multiceldas de 25 sátiras -que no haré- bien cargado de paranoia, nervios, ruina, polarización, culpa, oportunismo, bandos, odio, magia, miedo, muerte... 

Y vida, que como siempre, acabará saliendo para adelante, como hacen las cucarachas, los virus y los humanos.

Salud.





miércoles, 1 de abril de 2020

Aprendieron después a volar.

No he sido nunca hombre de caballos, ni mujer. De caballos. 
Tampoco este dibujo que empiezo terminará en caballo. 
Ni en caballa. 
La cabeza que le falta, y el pie, le robarán parte de lo que de caballo tiene, ganando en similar medida, lo que de caballero tendrá. 
Sí.




¿Lo ven? El Aprendieron después a volar acabó de esta florida manera y aunque no lo parezca, se trata de un retrato. Un retrato libre y un fragmento crucial en la biografía de Lluis, al que hace referencia este enigmático título: 


Aprendieron despúes a volar. Retrato de Lluis Serra.
120x160 cms.


pedrolezcanojaén