domingo, 10 de junio de 2018

Dysfunctional family on the rock


Dysfunctional family on the rock.
Técnica Mixta sobre tabla entelada. 170x200cms.
Noviembre-diciembre de 2017.


En un lugar impreciso de la gran tabla entelada, creció una mujer sin cabeza -sus piernas gustando desde el principio-. 

Carcajea ya antes de tener boca, por eso parece decapitada, más que inacabada. Nos quedamos así durante noches; finalmente, sería ella quien me lo fuera contando todo, sin boca en su cabeza de aire. 


Su abuelo, el de las tres manos -cinco, sin ojo atento; una sola, sin atención alguna; cuatro, la cifra exacta si conocemos los efectos del solapamiento- resultó ser mi tatarabuelo Jacques Fino; i
gnoro la razón por la que acabó con esa máscara sobre su frente rellena de láudano y de paja. Todos decían que la llevaba puesta el niño aupado a sus hombros, pero eso es absurdo y no les quise escuchar. 



      



Más tarde, abajo, apareció Vida, el inmortal gato muerto de mis amigos -tan breve y místico a sus cinco años- mutando en Virgen del Jilguero -composición triangular clásica- y enredado en dos pollos de pelícano, Jesús y Juan.




Madonna del cardellino, Rafael Sanzio,
hacia 1506, 107× 77cms.

Tras circulares titubeos y húmedos tormentos nocturnos, resolvimos –la chica sin cabeza y yo- recuperar a la hija de Lilith, con las obligadas alas de diabla, su cabeza preciosamente tocada de flores y la sonrisa de la chica de las piernas graciosas enredada en su pelo, a la que por cierto, acabaron por rebosarle pequeñas yemas de huevo confundidas por entre sus pezones -el rojo y el amarillo, la clara brillante, la piel casi rosada-. 


Aunque de una importancia trascendental es su presencia, no debería referir nada aquí sobre el putto con cabeza de pájaro y uñas en punta. Podría decirse que se limita a mirar la escena, pero me niego a engañar a nadie sin necesidad ni arrimarme a verdades no pertinentes. 


Sobre su pico y rodeado por un robusto marco de madera labrada, luce por su mitad inferior el Juegos de Matrimonio con Abuelo Barbado, aquella pequeña pintura que supuestamente perpetrara en 2014. 


Acaso fuera éste que sostiene el intrigante señor calvo, mi primer huevo, anterior incluso al sonado asunto Estanislao y la devenida orgía de yemas y de sangre del año siguiente en el pasillo de mi casa. 

Pero aquella fue otra historia.
                                                                                             pedrolezcanojaén

2 comentarios:

  1. Dime lo que comes para alimentar esa imaginación!

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  2. Pues Margo, yo diría que el huevo crudo que mi madre me batía cada mañana, sin decírmelo, con el gofio, la leche y la miel han sido decisivos, para bien o para mal.

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