miércoles, 29 de enero de 2014

Sobre la existencia de Aznar, o por qué me abandono al dibujar





La lectura del artículo "Es dudoso que Aznar exista", de Toni Martínez, cambió el rumbo de mi vida para siempre. 

Sí, saber que lo que vemos, ser consiente de que todo lo que nos escupe a los ojos podría no hallarse, no estar, no existir, ha tenido más peso en mi existencia que el descubrimiento del almogrote, la cópula o la tecla almohadilla.*


Y es que no es poco. Liberados de organismos inverosímiles como Aznar, ya puede uno olvidar el planeta por un rato sin remordimientos, y enclaustrarse a dibujar sin sentir el vaho nauseabundo. 


Y podemos manchar y representar lo que está y lo que no, a sabiendas de que el mundo real no es más peligroso o absurdo que el imaginario. Y te abandonas falsamente emancipado, en un estado de flujo que te suelta y te transforma. 

Degenerado, casi libre. 

*  La tecla almohadilla posee una versatilidad comparable al trigo común. Entre sus extensas aplicaciones, el icono (#) representa al jaque mate en las publicaciones de ajedrez de todo el mundo. 




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