A comienzos de 2010 y tras unas excursiones al muelle viejo de Las Palmas de Gran Canaria, empezaron a surgir por los rincones de mi taller, unas pinturas que acabaron conformando una extensa serie: "Por detrás de la ciudad".
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Por detrás de la Ciudad, con barquito y todo, flotando en un gris mar petróleo. |
He elegido siete piezas que muestran clarito la evolución que mi percepción -y mis manos- sufrieron a lo largo de todos esos meses de óxido y mar turbio.
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Por detrás de la Ciudad, camino de la síntesis. |
De lo más mono y anecdótico en las primeras creaciones, hasta el flirteo progresivo con la abstracción; la vieja historia, pero soy yo al menos, no es menganito.
Una circunstancia esta muy común en cualquier parcela del arte.
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Cuatro más de la serie: Por detrás de la Ciudad. Polución, decadencia, alquitrán y gasoil. |
¿Para qué pintar las playas y los pinares?
¿O las puestas de sol y las casitas con tejas?
Creo que lo lindo es materia estéril en la creación artística, pero quizás me equivoque o me desdiga mañana. De hecho, en su día hice alguna que otra bonita marina, ya se las enseñaré...
Advierto.
LezcanoJaén
No creo que haya materia estéril en la creación artística (ya sea pintura, poesía...), de ahí su grandeza y su bajeza al mismo tiempo. Por ejemplo, Miguel Hernández compuso versos haciendo cotidiano lo sublime del amor y sublimando pequeños detalles oficialmente insignificantes como que le tiraran un limón... No sé, me gustan las dos etapas y me niego a elegir. ¡Felicidades!
ResponderEliminarPor supuesto, en arte no debería haber nunca terrenos denegados pero, ¿no preferirías pintar o escribir sobre un anciano quemado y afeado antes que a sobre hermoso niño mofletudo? Échale un vistazo a los viejos de Velázquez y compáralos con sus niños, es impresionante la diferencia de expresividad, de calidad pictórica incluso. Pero no escribo esto convencido... Gracias Mares por la visita.
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