domingo, 21 de marzo de 2021

¿Cuánto pesa una nube? Disección de la memoria.


Me da miedo volar. Y aun así vuelo. Me vuelan. Penetro sin rechistar en ese puro gigante destinado a caer. Te amarran, los motores se calientan, tu tronco se aplasta contra el respaldo y tras el estruendo de siete segundos, atraviesas el colchón de nubes como si nada. Calma. La gravedad calla, y los motores. Pueden desabrocharse los cinturones, canta la voz sin añadir, el manto de nubes es ahora un extenso edredón sin funda ni costuras. ¡Fuera miedos: a partir de ahora, las acrobacias se realizarán con red! (1)

Me interesa la nube como idea, como símbolo, como metáfora de la memoria. También como pretexto plástico. La nube es moldeable, difusa, clara, oscura, lo que quieras. Llena de cosas y sin embargo transparente. Pesada pero traspasable. La verdad, preferiría no leer demasiado y seguir creyendo que las nubes están habitadas por sapos, arañas, peces y otras cosas que caerán a la tierra con la misma infrecuencia que los puros gigantes, para volver a elevarse con los vientos raros de la madrugada.

¿Cuánto pesa una nube? (2)


¿Cuánto pesa una nube? 120x140 cms. 2019.

También están las nubes digitales donde todo cabe. Hasta nuestras vidas. Selfies y chascarrillos incluidos. Ya se ofrecen proyectos de inmortalidad a través de la preservación y ordenamiento de nuestros paquetes personales de memoria (3). Inconmensurables archivos de tiempo. De vida. Sueño, frustración y fruslerías.

Imagino esos paquetes, en absoluto rectangulares como suelen ser los paquetes, sino amorfos y permeables como son las nubes de toda la vida. Pero más sucios y revueltos. Una maraña espesa y escabrosa. Mi paquete de memoria será probablemente como el tuyo, un estercolero vivo y despeinado. Como la enredadera del muro de atrás de una casona vieja de campo, que trepa y trepa como yéndose sin querer hasta el borde y quedar cortada su silueta arriba contra el azul.


(1) Me siento identificado con la respuesta que dio Gabriel García Márquez a quien trataba de ayudarle a superar el miedo a volar aludiendo al muy superior riesgo estadístico de morir en accidente de coche. Oiga, es que yo no tengo miedo a morir, yo tengo miedo a volar, a volar.   

(2) No se trata de una pregunta baladí, que va. Una nubecilla mediana flotando plácidamente sobre un espléndido azul cobalto, podría alcanzar tranquilamente unos 500.000 kilos. Y no estoy teniendo en cuenta a los zapos, ni a la inevitable poética que arrastra cualquier nube provista de un mínimo de dignidad.

(3) En Be Right Back, primer episodio de la segunda temporada de la serie Black Mirror (2013), una mujer "recupera" a su novio muerto, gracias a los servicios que le ofrece un sofware que genera nuevas conversaciones con el fallecido a partir de los registros almacenados en las redes sociales, emails, mensajes de voz, etc.