Hace un mes recibí correo de Graciela, desde México. Por razones relacionadas con la (in) seguridad internáutica, su mensaje había quedado atascado en el limbo de los correos no deseados durante casi cuatro meses.
Empiezo a leer. Graciela, a la que no conozco, me regalaba unos versos inspirados en una pequeña serie de pinturas, Las Niñas Viejas, que tenía yo expuestas al público en esos días de mayo y por algún afortunado giro, a pesar de los 9.000 kilómetros que nos separan, Graciela había tropezado con mis niñas a través de la red.
Tras la emoción de una primera lectura rápida, me apresuro a conocer algo de ella en internet antes de escribirle, agradecerle su regalo, explicarle mi demora en contestar, celebrar casualidades.
Pero pronto comprobé que Graciela Salazar Reyna, poeta y mujer comprometida, había muerto apenas dos semanas antes de que descubriera yo su mensaje, atascado en mi maldito sistema de seguridad informática.
Me martiriza la idea de que Graciela pensase que no me molesté ni en contestar; y aunque sea un desastre que no tiene arreglo, he decidido ahora liberar estos versos suyos a la red, a una red deseo llena de descocidos, nada segura.
Lo hago tal cual, copiando y pegando desde su archivo de word:
Niñas grandes
No hay sexo ni trauma ni verdadera belleza en la
niñez, sólo futuro, promesas por cumplir… por cumplir, pero para entonces ya no
serán niños.
Pedro
Lezcano Jaén, Niñas viejas.
i
Por qué calla La Infanta Exploradora
qué ocultan
sus ojos de mar echados al horizonte de los nuestros
aquí estoy
dice
exponiéndose con resignación in fraganti
sabedora del
natural que halló bajo su falda
sin emoción
que deba celebrarse
tal vez
reclama en un silencio que no alcanzamos ya porque
tiempo y
espacio se funden alevosamente para no coincidir
en gesto
medias ni zapatos de charol.
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Infanta Exploradora |
ii
Están tus ojos
buscando al horizonte
en Eclosión
mucho más allá
de los ojos que te miran
Sol se ha
vuelto camino y detrás la flor las alas
el canto y la
mariposa que harán primaveras
por encima del
invierno
eso explica
tal serenidad de alumbramiento
leo tu rostro
volar… ¡volar! 17 de mayo de 2016
Graciela Salazar Reyna
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Eclosión |
Gabriela Salazar Reyna nació en
Monterrey, Nuevo León México. Estudió Letras y Educación en el Arte. Tiene dos
libros de poesía “Gajos de mi ciudad” (1991) y “Tragafuegos” (1997), publicados
en edición bilingüe (español-alemán). Es profesora univesitaria y promotora de
lectura. Ha coordinado talleres de Creación literaria para niños, jóvenes y
adultos. Comisionada de Licht por América Latina en Alemania e
invitada a Lichterfest e Inter Lese: Encuetro internacional de escritores
Friedrich Bödecker Kreis en Sachsen Anhalt, Alemania (1997). Sus textos han
aparecido en antologías de México y Alemania. Colabora en publicaciones
culturales y literarias desde 1980. Es co-editora de la antología méxicoalemana
“Die halbe Herrlichkeit den Frauen. Compartir el señorío con las mujeres”
(2007).
Espíritus transatlánticos van y vienen
ResponderEliminarA deshora, pero da igual, seguramente da igual... Porque como esto siga así, me voy a acabar por reconvertir en místico, creyente de todo lo que no entienda..
EliminarMagnífica simbiosis de poesía y pintura.
ResponderEliminarSiempre habrá un horizonte,
una nueva primavera,
siempre habrá unas alas
que desplegar en cada mirada.
Simbiosis que manejas tú como quien respira.
EliminarHola, buenos días. Llegué a su blog buscando poesía de Graciela (a quien tuve la suerte de conocer personalmente y de quien guardo un recuerdo muy bello, una mujer generosa y buena). Sí bien tengo algunos de sus libros, buscaba algo especial para una lectura en voz alta de su obra que haremos el 31 de octubre de 2024 en Guadalupe, Nuevo León, México. Le cuento todo esto porque veo que la fecha de su publicación es también día 31. Creo que nada es por casualidad y quisiera tomar este poema para leerlo y compartir como tantas veces lo hizo Graciela y también a manera de recuerdo para nuestra amiga y. ¿por qué no? un saludo de su amigo Pedro.
ResponderEliminarGrabiela, me haría una ilusión enorme imaginar esa lectura entre amigos de los versos que Graciela me escribió en nuestro (des) encuentro, hace ya 8 años. Sería como estirar y hacer aún más real nuestro breve contacto a tiempos cambiados. Una alegría. Saludos desde la isla.
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