domingo, 16 de diciembre de 2018

Tres insignificantes sucesos separados en el tiempo (1/3)


Detalle de El Jardín de las Strelitzias, 170x230, 2018.


1. Mono.

Tengo siete años. La figura de mi padre aparece desde la oscuridad de la entrada con un mono sobre sus hombros. Por su bigote le llamamos Íñigo. En aquella época teníamos en la azotea un modesto palomar. Su matriarca era una vieja paloma de una sola pata. Apenas despegaba su cuerpo del suelo. Comer y descomer era su oficio. Íñigo llevaba una vida razonablemente libre y el día que desapareció no debió sorprender a nadie. Buscamos y gritamos su nombre conociendo el silencio de su respuesta. Nos costó pensar en la azotea. Al llegar arriba, el suelo era un caos de plumas y sangre. 


Detalle de El Jardín de las Strelitzias, 170x230, 2018.

Desde el fondo, entre los bidones, acodado sobre el grifo de mango rojo, nos miraba Íñigo despreocupado, chupando una pata de paloma. Unos años después en esa misma azotea, moría Íñigo por insolación, olvidado al sol por un niño que aún no sabía que se podía llorar con razón.* 


Detalle de El Jardín de las Strelitzias, 170x230, 2018.

*Lo enterramos en un rincón del jardín, junto al drago que se negaba a crecer. Siete años después, un joven Felipe -el foxterrier de mi adolescencia- trajo al sofá de la tele un pequeño trofeo en forma de cráneo. Enseguida reconocimos a Íñigo. Lo regresamos respetuosamente a su lugar, ahora bajo tres pesadas piedras de mar.









martes, 9 de octubre de 2018

Yo también fui hecha con polvo.


A través de la red muestro lo que hago, como el avaro suelta sus monedas. Y no es por tacañería. Desde este taller al norte de la isla redonda, construyo criaturas para tocar. Con los ojos. La fotografía es buena, pero aún sigue siendo mucho lo que se pierde.


Andamiaje casero para sentarnos "sobre su cabeza"
En marcha estaba la segunda versión de Yo también fui hecha con polvo.
(foto de Ana Lola Borreguero)

Diría que si es absurdo pintar para imitar a una fotografía,  deprimente sería que lo pintado pudiera ser perfectamente duplicado por otra.                              


Fragmento de la segunda versión de Yo también fui hecha con polvo, 280x200 cms.
La primera versión pinchar aquí.
(la foto de Manolo Morales)


¡Seguimos!

                                 
                                                                                                                                   pedrolezcanojaén

viernes, 7 de septiembre de 2018

El Aroma del Tiempo*


Me interesa la pintura asociada a la lentitud. Requiero tiempo. 
No porque me vea como uno de esos perfeccionistas suicidas, esclavo de una técnica quisquillosa. 

Lo que yo querría es engrosar la materia. Hacerlo a base de capas de tiempo. Dilatar el proceso y el aire entre las figuras. Para que me lo cuenten todo. 

Dar tiempo a que se me revelen los secretos, las mentiras. 
Y se confundan.


pedrolezcanojaén. 2018.





*El título de esta entrada lo he tomado prestado del maravilloso libro de Byung-Chul Han, El Aroma del Tiempo, 2014, editado por Herder. 

domingo, 10 de junio de 2018

Dysfunctional family on the rock


Dysfunctional family on the rock.
Técnica Mixta sobre tabla entelada. 170x200cms.
Noviembre-diciembre de 2017.


En un lugar impreciso de la gran tabla entelada, creció una mujer sin cabeza -sus piernas gustando desde el principio-. 

Carcajea ya antes de tener boca, por eso parece decapitada, más que inacabada. Nos quedamos así durante noches; finalmente, sería ella quien me lo fuera contando todo, sin boca en su cabeza de aire. 


Su abuelo, el de las tres manos -cinco, sin ojo atento; una sola, sin atención alguna; cuatro, la cifra exacta si conocemos los efectos del solapamiento- resultó ser mi tatarabuelo Jacques Fino; i
gnoro la razón por la que acabó con esa máscara sobre su frente rellena de láudano y de paja. Todos decían que la llevaba puesta el niño aupado a sus hombros, pero eso es absurdo y no les quise escuchar. 



      



Más tarde, abajo, apareció Vida, el inmortal gato muerto de mis amigos -tan breve y místico a sus cinco años- mutando en Virgen del Jilguero -composición triangular clásica- y enredado en dos pollos de pelícano, Jesús y Juan.




Madonna del cardellino, Rafael Sanzio,
hacia 1506, 107× 77cms.

Tras circulares titubeos y húmedos tormentos nocturnos, resolvimos –la chica sin cabeza y yo- recuperar a la hija de Lilith, con las obligadas alas de diabla, su cabeza preciosamente tocada de flores y la sonrisa de la chica de las piernas graciosas enredada en su pelo, a la que por cierto, acabaron por rebosarle pequeñas yemas de huevo confundidas por entre sus pezones -el rojo y el amarillo, la clara brillante, la piel casi rosada-. 


Aunque de una importancia trascendental es su presencia, no debería referir nada aquí sobre el putto con cabeza de pájaro y uñas en punta. Podría decirse que se limita a mirar la escena, pero me niego a engañar a nadie sin necesidad ni arrimarme a verdades no pertinentes. 


Sobre su pico y rodeado por un robusto marco de madera labrada, luce por su mitad inferior el Juegos de Matrimonio con Abuelo Barbado, aquella pequeña pintura que supuestamente perpetrara en 2014. 


Acaso fuera éste que sostiene el intrigante señor calvo, mi primer huevo, anterior incluso al sonado asunto Estanislao y la devenida orgía de yemas y de sangre del año siguiente en el pasillo de mi casa. 

Pero aquella fue otra historia.
                                                                                             pedrolezcanojaén

sábado, 28 de abril de 2018

¿Si es útil es feo?


Recientemente he instalado, asomando por las paredes, un humilde trío escultórico en Suites 1478 (una mano y dos cabezas, íntimamente relacionadas entre sí, como veremos) 

Todo bien, pero un vago runrún hormigueaba insistente por mi oreja izquierda: "Cuidado, estás cayendo en la pendiente del utilitarismo. Da igual cómo lo hagas, ¡si es funcional, no es arte!" 

¿Por qué les cuento esto?






Porque la mano que señala acusadora, no acusa ni señala. Dirige: ¿Los servicios, por favor? Siga el dedo de aquella mano, caballero. ¡Horror, mi mano es funcional! 

Ahora resulta que me voy a sentir aludido por las palabras siempre ácidas y poderosas de Theóphile Gautier, el hombre que prefería su zapato descosido a un verso mal rimado, que vendería su calzón por un anillo, su pan por mermelada:  

Sólo es realmente hermoso lo que no sirve para nada. Todo lo que es útil, es feo, porque es la expresión de alguna necesidad y las necesidades del hombre son ruines y desagradables, igual que su pobre y enfermiza naturaleza. El rincón más útil de una casa son las letrinas.




¡Ah, pero esto no es todo! 

Llegados a los baños, caigo en picado: no sería decoroso en estos tiempos pacatos, arriesgar a meterse uno en el de ellas o una en el de ellos. Bien avenidos sí, pero sin confianzas ni mezcolanzas indeseables. Y para eso están mis cabezas:




He tratado pues de anular el margen de error, sin bigote ni pintalabios mediante, a un nivel que apenas supere el cero. 

Eficaz y funcional, sí... ¡como las letrinas!





En fin, me alivio imaginando a la mismísima Hannah Arent rescatándome de los radicales franceses, moderando el discurso y relacionando la funcionalidad con el uso y con el desgaste (algo que en principio, no sufrirán mis piezas) 

Recupero por eso un par de párrafos de su La Crisis de la Cultura (1968):

Un objeto es cultural en función de la duración de su permanencia: su carácter duradero se opone a su aspecto funcional -ese mismo aspecto que lo haría desaparecer del mundo fenoménico a través de su uso y de su desgaste (...) La cultura se ve amenazada cuando todos los objetos del mundo producidos actualmente o en el pasado son tratados exclusivamente como funciones de los procesos sociales vitales -como si no tuvieran otra razón de existir que la de satisfacer alguna necesidad- sin importar si las necesidades en cuestión son elevadas o innobles.








jueves, 8 de marzo de 2018

La Guarida del Perro Verde


Marcos Crespo escribe, tras una visita a mi cueva junto a nuestro amigo común Salva Santana, una crónica intencionadamente florida de mis desventuras cotidianas en el taller, estudio, cueva y guarida: 

(muy agradecido por tan elegante regalo)

Uno de mis primeros autoretratos involuntarios...
¡Hasta que Laura T. García Morales se dio cuenta!

En su guarida, creada entre espacios de claroscuros y lucernarios ventilados, se hayan los retazos pincelados de las instantáneas que su mente vomita en momentos de idílico baile con la ensoñación. 

Mantiene con sus “alelíes” y “testas preñadas”, un diálogo en su propio idioma inventado. El soliloquio lo mantiene atento, concentrado. De estancia en estancia, se han ido desparramando y anidando sus criaturas, para así poder vigilar sus idas y venidas. 
Semidistraído y un poco enloquecido, deambula por la guarida armado con un pincel en cada mano. Tras la sombra de larga envergadura, los dos fieles cancerberos le hacen de ayudas de cámara. 

Tristán y Laica.
Revisan y observan cada una de sus miradas, si el Perro Verde para o se queda absorto, ellos imitan y contemplan. Si el Perro Verde reanuda su deambular, ellos retoman la guardia y le hacen de séquito. Ahora está callado, ante el inmenso lienzo donde el hada de hermosa y ligera pose, se hace enorme y se va convirtiendo en carne, cincelada cada detalle a base de brocha y pincel. Sus guardias, rata en boca, le dejan ensimismarse y reposan en sus nichos, a la espera de la siguiente ronda. 

Mientras tanto, el diálogo en las otras salas se mantiene continuo. Traviesas, las criaturas de sus creaciones, interrogan al aíre, y le piden que lleve a sus oídos, sus susurros. Y esta, obediente, enzarza en el enmarañado hilo de sus pensamientos, las conversaciones y secretos de sus habitantes bi y tri dimensionales. 



Y el Perro Verde va de sala en sala siguiendo este hilo luminoso que su mente percibe, desarrollando las historias que se le insinúan en la caverna de su mente. Las historias son hilvanadas con los pinceles y trozos de maestría, que refrena como un domador ante las fieras, para que se plieguen a sus designios… siempre en precario equilibrio con la desbordante necesidad de plasmar mil ideas en un solo lienzo. 

Pero paso a paso, como si de una guerra damérica se tratara, avanzan sus pinceles sobre el lienzo y retienen el ímpetu de sus trazos. Y poco a poco, surge de blanco manchado, una serie de filigranas y márgenes. Sobre ellos, y en primer plano, las figuras de sus ensueños, de pesadillas, de vientos internos. Los cánones se rehacen para complacer a su ojo y las manos vuelan de arriba abajo, de abajo arriba, de izquierda a derecha y vuelta arriba… y sigue en el plano en donde no hay cortapisas , no hay fines. No hay más que vértigos y sueños. Y de esta manera, tanto los cancerberos como la guardiana de la guarida, observan en silencio al Perro Verde. 

Fragmento de Los Lilim, instalado en Suites 1478 (240x150 cms) que forma parte
de las cinco grandes pinturas de nombre Fantasía y Fuga del Jardín del Edén.

De sala en sala, de obra en obra, de esquina a esquina. Le velan el ensueño creativo para rescatarle en los momentos en que las voces se hacen llenas o se desvanecen en la noche. Esos son los momentos de actuación, en que, entre abrazos, lametazos y algún que otro coscorrón, reclaman la vuelta a la realidad terrena del hado volador del pintor. Y el diálogo queda pendiente, dentro de la Guarida del Perro Verde, para un nuevo llamamiento y un nuevo sueño que entrelazar con las urdimbres del lienzo. 

                                                                               Texto de Marcos Crespo.








viernes, 9 de febrero de 2018

No es culpa de las causas justas


A veces, una lucha justa y necesaria acaba por transformarse en moda, vaciando su contenido. Los individuos menos lúcidos toman el grito por los cuernos y a codazos, disparando a todo el que se mueve, montan sobre los maltratados lomos de las causas justas para medrar, marcando su discurso único, fácil de aprender, de imponer.

Cuando esto ocurre, se alcanza esa vieja paradoja disfrazada de tópico, según la cual los extremos se terminan por tocar, llegando por vías opuestas al mismo pantano.

Pero soy pintor y pienso ahora en Gustave Coubert y en Egon Schielle. En Balthus, en J.W. Waterhouse. También en Amadeo Modigliani y en tantos increíbles artistas, tan diferentes entre sí pero igualmente censurados en el pasado para volver a serlo increíblemente en la actualidad. 




Elongaciones antes del Té (Su de Ellas) 130x60 cms.

Por ellos y por los que respiramos la creatividad y la necesidad de disfrutar y crear desde la absoluta libertad, recupero y muestro este Elongaciones antes del Té, perpetrado por quien escribe a finales del año 2015.

Más sobre este asunto idiota, aquí.                                                  pedrolezcanojaén                                                                                                                      


domingo, 7 de enero de 2018

Dulce Maternidad

Aprovechando el final de la Navidad (volverá idéntica al final de este mismo año) les muestro esta dulce "Maternidad":


Maternidad. Mixta sobre tabla, 61x38 cms

La excusa de la enésima defunción de la Navidad es una burda mentira. La razón verdadera que me ha movido a desempolvar este honrado blog mío es que hoy, 7 de enero de 2018, recogemos Su de Ellas en el Centro de Arte de La Recova, tres semanas después de cerrar De Homine Oviparo en la Galería Magda Lázaro

Contento y agradecido por estas diez semanas en Tenerife; ¡hasta la próxima! (amenazo)

                                                                                           pedrolezcanojaén