miércoles, 10 de abril de 2024

Ladrón de Almas, por... Laura Vega.

En la penúltima tarde de la última semana del primer mes del tercer año de la segunda pandemia de nuestra generación, apareció por las salas de la exposición -titulada por mi otra gran Laura, amiga y comisaria de la muestra, Laura Teresa García Morales, como Objetos de Tiempo- una chica de pelo gris, enmascarillada como todos, pues la variante Ómicron había reavivado en esas navidades un miedo ya no tan justificado. Me fijé en ella mientras charlaba con unos amigos porque se detenía y demoraba sigilosa en cada pintura como si lo que viera le importara ¿Qué mejor premio para un pintor? Parecía por esa razón un personaje de otra época, cuando la prisa y la dispersión no nos había aún sorbido el juicio. Antes de irse se acercó para trasladarme tímidamente su agrado por la obra y… por mi enorme nariz, de la que yo me estaba burlando en ese preciso momento en la charlita que teníamos, a cuento de la escultura nariscal -"Autoretrato: un estudio genealogico"- colgada en el recibidor.
Le pregunté por su nombre cuando ya se daba la vuelta para irse: Laura. Laura y qué más: Laura Vega. Y adiós. Ignorante y despistado, tardé unos días en caer en la cuenta de que esta Laura era la compositora de la que me hablara con entusiasmo, apenas unos días antes, nuestro amigo común, el escritor Santiago Gil, añadiendo que su forma de componer le recordaba a mi manera de pintar -ya quisiera yo-. Para mi suerte, a ella le contó algo parecido y por eso estaba allí. Lazos que unen. Enseguida me puse con su obra. Como simple aficionado que escucha muchas horas de música cada día de su vida, quedé estupefacto: ¿esto se ha hecho aquí, ahora, por ella, un ser humano que posiblemente viva en un piso en Mesa y López y beba café con leche y le dé asco la nata? No puede ser. Fue como si me costara creer que ese sonido arrollador y atemporal pudiera salir de una persona que se coge gripes o duerme con gatos. Suena estúpido y lo es, pero así lo sentí. Y después, pensando en la aduladora comparación de Santiago, su música me pareció -y me perdonen los entendidos- como si transcurriera en el tiempo a través de múltiples capas paralelas y reminiscentes. Creo que Laura disfruta del contraste continuo y la heterogeneidad de sonidos y cadencia, mientras mantiene con aparente facilidad la obra aglutinada y serena. Es magia. Y un imposible que yo mismo persigo aunque no encuentre en mi pintura.
Dos años y unos meses después, y como consecuencia de aquella visita y de nuestros encuentros posteriores, mi ya amiga Laura está a punto de sacar a la luz uno de los mejores regalos que habré recibido nunca: su Ladrón de Almas, la obra para coro y orquesta sinfónica inspirada en aquel autorretrato de igual nombre.
Adjunto aquí el enlace a la entrevista que le hizo Alberto García Saleh para La Provincia donde la compositora expliqua el proceso, dando en cierto modo continuidad al relato: https://www.laprovincia.es/cultura/2024/04/08/laura-vega-musica-mantenido-relacion-100788171.html Para los coros, Laura tomó fragmentos del Infierno de la Divina Comedia de Dante, lo cual por cierto, me animó a hacerme con los tres imponentes tomos de Akal, edición bilingüe y profusamente ilustrada y anotada. En esta foto de octubre de 2022, se la ve con el "tomo infernal" bajo la atenta mirada de Bárbara y mis elegantes ñoños:
Pero la sorpresa mayor fue el descubrimiento que explica Laura respondiendo a la pregunta de Alberto sobre la poesía de mi padre: "Fue un hallazgo casual y sorprendente. Pedro y yo estuvimos bastante tiempo hablando sobre los posibles textos a utilizar para la parte coral. Cuando encontré el Poema del llanto verde de su padre pensé que encajaba totalmente con el cuadro Ladrón de Almas y, curiosamente, este conjunto de poemas fue escrito mucho antes de que su hijo se dedicara a la pintura. El propio Lezcano Jaén se sorprendió muchísimo al leerlos. A ambos nos pareció una descripción perfecta." Y tanto. Por ejemplo, la segunda estrofa canta así:
O la última:
El "Ladrón de Almas" de Laura Vega verá la luz y los oídos en unas horas en los Palacios de Congresos de Badajoz y Mérida. Es un encargo de la Fundación SGAE y la AEOS para ser estrenada por la Orquesta y Coro de Extremadura bajo la dirección de Andrés Salado y Amaya Añúa. Larga vida.

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