Recién llegado de Flandes, don Sebastián.
Había servido con gusto al hiperactivo Fernando de Asutria, infante y cardenal a la fuerza. Gobernador de Milán, y de los Paises Bajos también. Hasta virrey de Cataluña era.
En sus ratos libres ejercía de capitán de infantería en batallas de sangre y arena.
No sorprendentemente, una úlcera acudió al rescate y le mató a los 32. Año 1641.
De leer y de imaginar, acaba uno por conocer. Y si a algunos se le
aparece la Virgen, a mí se me presentan personajes como este. Sí, también Sebastián estuvo en mi taller. No es expansivo ni dicharachero como María, es lo que parece, un ser consciente de la gravedad del estado de los asuntos.
Rara vez sonríe y sus palabras, escasas, rinden al máximo, sin adornos, verticales.
Rara vez sonríe y sus palabras, escasas, rinden al máximo, sin adornos, verticales.
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"Sebastián Morra hondamente enfrascado en la gravedad del estado de los asuntos" De la serie Fricciones |
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"El bufón Don Sebastián Morra", 1645, Diego Velázquez |
Recién llegado Sebastián al reino, quizás en 1642, Felipe IV lo
emplazó al servicio del principito Baltasar Carlos. Le mantuvo, como si a él le importara, las monedas y raciones que recibía en Flandes.
emplazó al servicio del principito Baltasar Carlos. Le mantuvo, como si a él le importara, las monedas y raciones que recibía en Flandes.
Sin esfuerzo se ganó enseguida la confianza del príncipe
adolescente, que no era mal chico.
Sí, se volvió a encariñar Sebastián; esos ojillos.
adolescente, que no era mal chico.
Sí, se volvió a encariñar Sebastián; esos ojillos.
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"Sebastián" |
Él, que mantenía húmedo el dolor por la temprana desaparición de Fernando, su anterior amo, recibió ahora un golpe mayor, la muerte de Baltasar a los 17, de viruelas.
“No me lo esperaba, era un joven sano y simpático, nos
apoyábamos, eran tiempos difíciles...”
apoyábamos, eran tiempos difíciles...”
Nunca se figuró Sebastián que un príncipe apenas salido de su niñez pudiera pensar en testamentos, pero menos aun que un “ser deforme y mínimo como yo, pudiera tener cabida en él."
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"Retrato Serio" |
Sebastián recibió solemnemente un juego de espadines, daga y cuchillo. “¡Que se lo queden, no quiero cosas, sólo pan y personas…!” me dijo con malhumor, manteniendo su pose intacta, en un desnudo magro y varonil.
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